La vida goza de una característica bastante especial: es ambivalente, cambiante... mutante. Se transforma a cada segundo, porque, como un buen libro, puede llevarte de la risa a una tristeza sin razón; del amor a la más ingrata indiferencia. Una cosa sí es segura: de alguna u otra manera nos gusta sacarle provecho, vivirla de la forma más agradable.
En esa montaña rusa de la vida (qué metáfora más usada, pero, ojo, no deja de ser cierta) nosotros somos algo así como una huella, solo un rastro, pero uno que puede marcar la diferencia. Creo que por eso escribimos. Por la simple, pero trascendente, razón de marcar una huella en el mundo, dar una evidencia de que vives, existes. Porque, aunque solo una persona te lea, al menos alguien fue contagiado por tus palabras.
sábado, 14 de enero de 2012
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