sábado, 28 de enero de 2012

Cosas que pasan...

Suelen decir algunos que la vida hay que disfrutarla, porque es bella. Cuando sucede algo malo o, simplemente, indeseable nos encontramos generalmente con una respuesta: cosas que pasan... Aunque, en la realidad, nadie se conforma con esa respuesta. Solo se la entregamos a los demás, pero no la aceptamos. Es igual a esos consejos que das, pero jamás aplicas en tu vida. 


El cosas que pasan corona todas aquellas situaciones desagradables: la muerte de un ser querido, el reprobar un ramo o el que una mujer te dijera "te quiero, pero solo como amigo". Son esas situaciones que quisieramos no sucedieran, pero que simplemente NOS SUCEDEN (lo remarco porque son cosas que no podemos controlar, solo suceden a nuestro alrededor). Sin embargo (y este es el punto central de la reflexión), ¿es suficiente solo el "cosas que pasan"? ¿O lo "suficiente" es la actitud con que enfrentamos eso que "nos sucede"? He ahí una interrogante (casi pongo "el dilema", pero no quería copiarle a Shakeaspeare).


Por lo pronto, solo decir: no te conformes con un "cosas que pasan", toma una buena actitud, saca algo bueno de la adversidad y sal adelante, porque el camino es mucho más largo y bueno de lo que esperas... Porque cambiar el mundo no es algo que solo pasa, debemos provocarlo.

miércoles, 25 de enero de 2012

Cuestión de dignidad: dedicada a las amadas mujeres

Miraba la tele y pensaba en algo que me parece elemental, pero, al mismo tiempo, profundo. Puede que me vean como un tonto grave después de esto, pero creo que es muy necesario decirlo: hemos perdido la costumbre de respetar a las mujeres, de darles un trato y lugar dignos y, sobre todo, extraviamos en alguna parte la caballerosidad. Al parecer, hemos olvidado que el ser hombre es mucho más que tener hormonas, es ser alguien cabal.


Me da pesar que hoy en día (o quizás desde el principio de los tiempos o solo desde que tengo uso de razón) la mujer no sea más que un pedazo de carne que eleva los niveles hormonales o para producir una erección (fea palabra?). La mujer, señores, es mucho más que eso. La mujer no es solo belleza por sí misma (señores, dejemos de lado los prototipos físicos absurdos propuestos por el sistema), porque ¿qué más belleza que la capacidad de lucha de una mujer? ¿Qué más bello que su amoroso instinto maternal?  ¿Qué más belleza buscamos si ahí están ellas luchando siempre por lo que creen justo? La mujer es belleza en sí misma, es inspiración, es fuerza, es valentía, es amor... ¡Ya basta de denigrarlas!


Pensemos en nuestras madres, hermanas, primas, amigas, parejas y digamos basta. Por una cuestión de dignidad dejemos de reducir a las mujeres a pedazos de carne y consideremoslas como lo que son realmente: vasos más frágiles, pero no menos fuertes; ayudas idóneas, pero no mentes poco creativas; nuestras costillas, para estar a nuestro lado y no bajo nuestros pies. ¡Respetemos a la mujer!

miércoles, 18 de enero de 2012

De lo que se escribe mientras caminas

Siempre he creído que, realmente, siempre escribimos. A cada minuto de nuestras vidas lo hacemos, pero de diferentes maneras. Porque escribir no solo se hace con lápiz y hoja o un computador y las teclas que se mueven rápido. A veces se escribe con la mente o con nuestras acciones en el corazón, la autoestima o el pensamiento de alguien. Esa es la "escritura" de la que debemos estar pendientes: ¿qué provocamos en el que nos rodea con lo que hacemos? 


Puede sonar dramático, pero lo que hacemos (y lo que no) puede marcar una diferencia gravitante en la vida de otra persona. ¿Cómo tratamos al que está a nuestro lado? Esa simple pregunta  debería echar a andar los motores de nuestra mente y, al mismo tiempo, hacernos reaccionar, generar acciones acordes a eso criterios que, supuestamente, tenemos. Porque no hay nadie (o quizás sí) que se declare intolerante, poco solidario, discriminador o cualquier cosa que implique algo no virtuoso. 


Creo que mientras caminamos por la vida debiésemos (o al menos tratar de hacerlo) escribir la mejor historia que podamos en los que están a nuestro alrededor. Porque ¿cómo cambiar el mundo si no actuamos para hacerlo? Caminemos escribiendo nuestra nueva historia. 

lunes, 16 de enero de 2012

De conectarse y confiar: dedicada a una huasita

Confiar en las personas (más o menos) es un asunto difícil, pero vivificante cuando se sabe hacer. Sin embargo, los "golpes" de confianza, esos momentos en que espontáneamente le entregamos a otro parte de nuestra vida sin esperar nada o sin que, necesariamente, "cumpla los requisitos" es algo entre extraordinario y mágico. Recibir esas "revelaciones" es simplemente maravilloso: los sentidos se ponen en alerta y algo te dice que las distancias que el sistema nos obliga a tener no son más que resguardos que rayan en lo falso. Botar los muros es más fácil de lo que pensamos.


Conectarse con alguien hace que las cosas simples se vuelvan objeto de admiración. Lo que se dice, lo que se escucha, lo que se escribe o una simple canción se pueden volver en preciados momentos, conversaciones o en un punto de unión inexplicable, algo quizás parecido a una sensación de eternidad. En esos momentos te recorre el pensamiento de que nada de lo que pueda estar pasando a tu alrededor goza de más importancia que esa historia, esa canción, esa revelación... Algo llamado gozo llega al alma.


Conectarse y confiar son esas dos facultades que poco ejercitamos, pero que de vez en cuando nos sorprenden gratamente cuando tenemos contacto con un "otro". A veces, pienso, sería todo muy distinto si esos "otros" dejaran de serlo y fuesen, simplemente, un gran "nosotros". A mí me sorprendió una revelación, a ti ¿qué te sorprende para confiar?

domingo, 15 de enero de 2012

Mientras el gato duerme

Mientras el gato duerme pienso que la vida de los animales es fácil. Duermes sin preocuparte de trabajar, llevar sustento a una familia, estudiar o de cómo pagarás el crédito con aval del estado cuando salgas de tu carrera. ¿Qué importa todo eso cuando eres gato? Al fin y al cabo son otros los que te alimentan, cobijan y cuidan.

En momentos como ese es que uno desconoce si sentirse bien o no de ser un simple humano. Porque solo somos eso: simpleza. Un simple número, un simple trabajador, un simple gasto, un simple voto... No se preocupan de nosotros como nosotros por nuestras mascotas. Podemos sentirnos abrumados ante aterradora realidad, pero está la parte buena: no somos gatos, no dependemos de ellos. Somos personas, humanos, sentimos, pensamos, vivimos y morimos con esperanzas y sueños que podemos cumplir.

Mientras el gato duerme me siento afortunado de ser lo que soy. Me siento afortunado de saber que cada vez que suena mi despertador tengo la oportunidad (y la responsabilidad) de tener una vida diferente. Cada vez que Dios me regala un nuevo día puedo tener la certeza que no respiro por un acto reflejo. Inspiro para seguir peleando mientras mi gato... duerme. 

sábado, 14 de enero de 2012

Para inaugurar

La vida goza de una característica bastante especial: es ambivalente, cambiante... mutante. Se transforma a cada segundo, porque, como un buen libro, puede llevarte de la risa a una tristeza sin razón; del amor a la más ingrata indiferencia. Una cosa sí es segura: de alguna u otra manera nos gusta sacarle provecho, vivirla de la forma más agradable.


En esa montaña rusa de la vida (qué metáfora más usada, pero, ojo, no deja de ser cierta) nosotros somos algo así como una huella, solo un rastro, pero uno que puede marcar la diferencia. Creo que por eso escribimos. Por la simple, pero trascendente, razón de marcar una huella en el mundo, dar una evidencia de que vives, existes. Porque, aunque solo una persona te lea, al menos alguien fue contagiado por tus palabras.