jueves, 16 de febrero de 2012

Sandboard

El sandboard es un deporte extremo. Realmente extremo. Quizás no esté en riesgo la vida, pero tiene una particularidad bastante especial: aprendes mucho sobre las caídas. Al principio, cuando la tabla se desliza muy rápido por la arena y caes (debiera decir VUELAS) siente que todo ale mal, aunque sea entretenido. Sin embargo, a medida que bajas una y otra vez la duna te das cuenta que hay formas de evitar la caída, de equilibrarte mejor, de caerte menos fuerte, de no salir dañado. La vida es un poco como en sandboard: mucha caída y harto aprendizaje.


Las caídas en la vida enseñan mucho (a veces) y son útiles si saben aprovecharse, porque ¿qué tiene de malo caerse de vez en cuando? El vuelo estrepitoso y ese rebote en el suelo no tienen nada de malo si se sabe tomar el impulso necesario después de levantarse. Así como en el sandboard si no te levantas no puedes intentarlo de nuevo y disfrutar las cosas de mejor manera, la vida pide lo mismo: constancia, coraje, valentía y fuerza (incluso de esa que sacamos cuando no tenemos de dónde). 


En resumen, la vida se parece un poco a tirarse por una duna en esas increíbles tablas: hay que dejarse deslizar e ir aprendiendo como evitar las caídas a medida que (oh, ironía) te caes. La vida es, básicamente, un lugar donde aprendemos, aunque cueste. Aprendemos de un rechazo, del tiempo perdido, de una relación fallida... en fin, de la vida.