martes, 8 de septiembre de 2015

Metáfora

Me había acostumbrado a hacer metáforas tristes. Lluvias de palabras cargadas de amargura, tanta que de mis labios brotaba hiel, sensaciones extrañas. Mis sílabas y letras grises nublaban mi vista, hacían pesados los ojos, el hablar, ponían mi garganta llena de rocas. Yo, rey de la metáfora inerte, quijote buscando gigantes, guardando besos y caricias... Pero llegaste, cual metáfora llena de vida, como un sustantivo que no mata, como verbo hecho carne, alma, cuerpo, brazos, piernas, sexo... Verbo al que adoro en mis sombras y ofrendo mis luces con poca gloria, mis palabras
blasfemas, la hiedra de mis manos, mis abrazos llenos de cariño, mi lengua exploradora de secretos, la vida entera en un palpito, en una caricia, en el juego del deseo entrego mi cuerpo en el altar del tuyo, invocando a dioses y ninfas, esperando el polvo de estrellas en un grito de placer ahogado, invocándote, mi metáfora de vida, mi musa, mi amor...

jueves, 10 de octubre de 2013

De sentimentalismos y otras yerbas

Me han dicho que soy sentimental. En exceso, por supuesto. Dicen que lo soy por inseguro. Cuentan que la vida es bella, que puede disfrutarse, que tengo que vivir de otro modo... Ante los dichos, por supuesto, me autoexamino y solo llego a una conclusión: no soy sentimental, soy melancólico, solitario y pesimista. Ante esta extraña y poco frecuente conclusión solo puedo agregar una pregunta: ¿cómo no ser todo eso ante tanta miseria e injusticia que miro todos los días? Prefiero una sonrisa menos en mi rostro y una más en el de los desposeídos. Cambiar el mundo requiere no solo un plan de acción, sino que, al mismo tiempo, toda la sentimentalidad posible puesta en la batalla.

domingo, 9 de junio de 2013

Corazones

Es increíble la cantidad de expresiones que se esconden detrás de un corazón. Cuando me los dibujas sonrío. ¿Qué harás tú cuando te hago miles?

viernes, 7 de junio de 2013

Naufragio

Pienso en las tantas veces que al día tomo tu mano cada vez que te veo y me parece inevitable creer que tus manos están hechas de seda. El toque de tu caricia calma mis llantos, me eleva del desanimo eterno. Tu mano en mi rostro, en mi torso cuando me abrazas... Tu mano en la mía revierte los hechizos de la muerte. Que falta me hace besar tu frente y sentir tus manos en las mías en esta zozobra.  

lunes, 22 de abril de 2013

La extrañeza de los sucesos

Para Camilo la vida transcurría como un delirio. Como una extraña ruleta que seguía en un eterno ciclo. Se sentía un monigote de los designios de un ser infame, lejano y perdido en el espacio. Un ser que sin brújula escribe los destinos de los hombres que solo esperan por un día, una hora o un segundo más de beneplácito de ese guionista, de ese mal autor con el poder de matarlos o de engrandecer sus vidas.

Camilo ya no esperaba nada. Ya no le importaba el guión de una película en la que no era protagonista. Esperaba un pasar de bajo perfil, una vida subterránea, alejada de las luces, del protagonismo, incluso, lejana a la felicidad. Se autocomplacía al pensar que había logrado el objetivo de ser solo uno más: desapercibido, solitario, un errante por el mundo lleno de zozobras. Cada día, a cada hora, a cada paso esfumaba de su mente la esperanza de una vida plena. 

Llamas. El fuego emerge sin tregua para abrasarlo todo. El llanto impotente de la madre de Camilo rompe el corazón de los que rodean la escena. La mujer de baja estatura llora enrollada en sí misma sin poder detenerse. Camilo, con su delgado cuerpo, apenas puede abrazarla.El fuego se lleva la vida de su pequeño sobrino. La abuela grita desgarrada. Camilo retiene el gemido que lo ahoga por dentro. Mira al cielo pidiendo una respuesta que no encuentra. Trata de decir una plegaria, pero en el fondo, cree que todo es inútil. Sollozos. Tragedia y las dudas propias de la muerte. Camilo abraza a su madre mientras los bomberos apagan el fuego de la precaria casa. La madre del niño contempla la escena borracha. Aún llena de alcohol sabe de su culpa y llora la muerte de su hijo. Camilo mira a la mujer borracha. Observa sus ojos negros llenos de lágrimas y solo siente odio. Contra ella. Contra Dios. Contra el mundo por no poder explicarle lo extraños y crueles que son los sucesos.

sábado, 2 de marzo de 2013

Penumbra

Los soles de tu cuerpo se llenan de gloria al pasar por la calle. Yo te espero, sombrío, para inundarte con mi penumbra. 

jueves, 17 de enero de 2013

El poderoso mito

Han pasado ya tantos años de que se fue, se esfumó, pero su recuerdo sigue ahí rondando las calles y los rincones. Su figura mitológica sigue presente en cada espacio, en cada libro, en cada suspiro. Han pasado años de que desapareció y cada regalo revive su presencia. Después de los años solo hay una conclusión: aún no olvido ni perdono. Aún me ronda, incesante, el poderoso mito.