Esta entrada nace como una especie de regalo y, al mismo tiempo, de agradecimiento. Es un agradecer la confianza, el talento y la sensibilidad de una mujer. Un regalo porque creo que no tengo otra cosa que ofrecer más que lo que escribo, porque es por sus escritos que me emociono, río, creo en la genialidad y doy una vuelta por ese lugar de mí que escondo con tantas caparazones: mi sensibilidad.
Mi estimada Huasita (y ahora esto se vuelve estrictamente personal), a veces creo que adivinas lo que pienso. Escribes lo que siempre he querido escribir, pero lo haces mil veces mejor que yo. Me haz mostrado que confiar no es nada de difícil y que, si en verdad nos atrevemos, podemos botar esos muros en los que tanto nos resguardamos. Con unas cuentas frases puedes iluminar mi día, transportarme a la emoción o hacerme ver aquello que antes no había visto. Es extraño (quizás), pero hay una latente sensación de conexión que no me explico (y que no quiero explicar). Estas simples palabras (que para mí son carne de mi carne porque nacen de mí) son mi humilde regalo: Muchas gracias por cada cosa que escribes, porque iluminas y emocionas; gracias por la confianza que depositaste en mí y que ha construido esa conexión que quizás tampoco te explicas; gracias, también, y valga la redundancia por usar tanto la palabra, por la sinceridad que haz mostrado todo el tiempo. En resumen, gracias por ser tan talentosa y auténtica.
Por último, solo decir que aunque ni siquiera puedo soñar escribir con tu talento todas estas palabras fueron de todo corazón. Un gran y tremendo abrazo y, de nuevo, GRACIAS!
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